jueves, 19 de julio de 2012

Diario de un invierno en casa

I
¿quién eras? No me puedo acordar. Y quiero volver sobre los pasos. Algo hay ahí, en la resaca de un tiempo muerto. Un tiempo en el que eras, y eras algo. Es de refilón que miro, intentando engañarme, mendigando la autoabsolución de una culpa que por serlo es inválida, y veo un cuadro blanco y negro en el medio. Y como un deja vù, la imagen me lleva a eso que alguna vez fuiste pero que no me acuerdo. Y me embarga una leve sensacion de extrañamiento. De extrañeza y de extrañar. Algún día vas a volver, y no te vas a reconocer, pero algo mas allá de lo conocido nos va a acercar. Si o si (seas quien seas).


II
Pero no, después me doy cuenta, cuando escucho esta canción mientras miro por la ventana. La respuesta está en los gestos. No se quién sos. Se quien querías ser cuando éramos. Me quede con esa información. Te imaginé y te grabé en una memoria de repuesto. Ahora veo pasar un pibe en bicicleta. El viento le desparrama el pelo: podrías ser vos. Un pibe pasea su perro por la vereda de enfrente, se prende un pucho mientras el perro mea un árbol: podrías ser vos. En el balcón de enfrente una mujer abre las cortinas, detrás de ella puede haber una cama, puede haber un hombre, puede estar desnudo: podrías ser vos. El mundo es chico y el tiempo es mucho. Estoy un poco perdida cuando no hago nada. 



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